jueves, 6 de agosto de 2015

El milagro de la informática: nuevas ayudas para el hallazgo de registros de nuestros ancestros.

Una antigua amiga de mi madre, una chilena residente en Australia desde hacen casi cuarenta años, hace un par de años me solicitó le buscara en Chile algunos registros que se refirieran a sus ancestros maternos, quienes tenían su origen en las Islas Británicas y habían llegado a residir a este país a mediados del siglo XIX. Me escribió sus nombres en el idioma natal de aquellos familiares y también una lista de posibles equivalencias en el idioma español, ya que en Chile se castellanizaban los nombres que no tuvieran un origen hispanohablante, como por ejemplo, John era escrito Juan, William como Guillermo, Joseph como José, etc. Esto demuestra la necesidad de conocer los valores equivalentes en otras lenguas, cuando lo nombres de los se han marchado de su patria a otras tierras son modificados. Lo mismo sucede cuando somos descendientes de aquellos y no conocemos sus nombres en la lengua del país del que emigraron. Así es como podemos pasar largos minutos buscando en distintos sitios web las equivalencias de nombres en distintos idiomas.


Recientemente, el famoso sitio para crear árboles genealógicos y de búsqueda de ancestros MyHeritage, ha anunciado en su blog la creación de su nueva herramienta tecnológica, que llega para ayudarnos instantáneamente con la traducción de nombres en distintos idiomas, a la que ha llamado "Traducción Mundial de Nombres" (ver el post en español aquí: "“Traducción Mundial de Nombres – Global Name Translation”). Para acceder a esta herramienta debes tener una cuenta en el sitio web de aquella empresa. MyHeritage anuncia que este instrumento tecnológico permite que el sistema automático de búsqueda de coincidencias de nombres (SuperSearch), entre los millones de nombres disponibles en su base de datos, y encuentre registros en su equivalente de otros idiomas.

Estamos presenciando el derribo de barreras idiomáticas, que hasta hace poco entorpecían el trabajo de investigación de la historia familiar. Tengo la certeza que otras barreras continuarán cayendo en el transcurso del tiempo, más temprano que tarde.

miércoles, 22 de julio de 2015

Inmigrantes de Oriente Medio: los árabes en Araucanía

Ya se nos ha hecho casi habitual conocer una nueva publicación del profesor de la cordillerana comuna de Lonquimay (nombrado Embajador Cultural de Lautaro), don  Sergio Venegas Aedo. En el pasado, entre otros escritos de este reconocido investigador y escritor, ya habían sido publicados "Huellas de Familia: colonias europeas en La Frontera (1883-1900)" (2008), "Pehuenches y colonos: familias fundadoras de Lonquimay" (2010) y "Lautaro y sus familias fundadoras" (2013). Estos volúmenes expresan una recopilación de nombres de colonos extranjeros y de familias de aborígenes o nacionales, que dieron origen o que con su instalación apoyaron la fundación de los mencionados poblados.

Venegas, con un sincero interés en los orígenes del establecimiento de otros inmigrantes no estudiados con anterioridad, realizó una investigación y compilación de antecedentes sobre la llegada a La Araucanía de quienes ha llamado las "gentes de buena tela", haciendo uso de una analogía y la relación con ella de la más conocida de las actividades comerciales de aquellas personas, las de origen árabe. Es así como este autor regional nos ha presentado un nuevo texto de consulta: "Árabes en La Araucanía: Gentes de Buena Tela".
Portada del libro "Árabes en la Araucanía: Gentes de Buena Tela"

Este texto describe el proceso migratorio árabe, en sus diversas oleadas (desde finales del siglo XIX); luego se refiere a los comerciantes que existían en varas comunas de las provincias de Malleco y de Cautín. Seguidamente hace una descripción genealógica de las familias halladas en distintas localidades: en Angol, los Ahuile, Ananías, Asad, Batarse, Cattan, Giacaman, Hales, Hammoud, Hechem, Lama, Manoli, Miquel, Nazal, Selaive, Sufán y Yechi; en Carahue, los Jadue, Majluf, Mazu, Tuma; en Cherquenco, los Mahmoud, Mustafa, Riadi, Seitun; en Chol Chol, los Buzada, Hadda y Hazbún; en Collipulli, los Awad, Antar, Chahin, Riadi, Samur, Telchi, Zaror, Zerené y Ziadi; de Cunco, los Gasale, Mohor, Nazal y Uauy; y así, con otras distintas familias de Curacautín, Ercilla, Freire, Galvarino, Gorbea, Lautaro, Loncoche, Lonquimay, Los Laureles, Los Sauces, Lumaco, Nueva Imperial, Perquenco, Pitrufquén, Pua, Pucón, Puerto Saavedra, Purén, Renaico, Selva Oscura, Temuco, Toltén, Traiguén, Victoria y Villarrica. El libro finaliza con una nómina alfabética de las familias árabes de la Araucanía y una buena bibliografía, fuentes imprescindibles que testifican de una época pasada, en la que aquellas familias se asentaron, organizaron y aportaron a la sociedad nacional.

En poco más de doscientas páginas, "Árabes en La Araucanía: Gentes de Buena Tela" nos deja un testimonio de la existencia de inmigrantes provenientes del Medio Oriente, que no llegaron a Chile como colonos, si no como inmigrantes en busca de libertad religiosa, paz, y mejores posibilidades de progreso económico. El profesor Venegas expresa en la introducción de su texto: "Con el título "ARABES EN LA ARAUCANÍA: GENTES DE BUENA TELA" quisimos reconocer primero su identidad de pueblo comerciante (especialmente en el negocio de los géneros) y que han sido un incalculable aporte al desarrollo económico de nuestra región y al país, por supuesto. Y en segundo lugar, porque estamos convencidos de que han sido gente de trabajo, de esfuerzo, gente sencilla, cariñosa, valores reconocibles en ellos y que han sido y que seguirán siendo, sin duda, su gran tesoro. En síntesis,  los árabes en Chile y sus descendientes han sido, en su gran mayoría, gentes "de buena tela".